martes, 21 de octubre de 2014
LA CASA DE BERNARDA ALBA
En este enlace puedes descargarte La casa de Bernarda Alba y leerla en pdf. Ten en cuenta que puedes encontrar esta obra en cualquier biblioteca y que, tal vez, comprendas mejor su sentido si la lees en una edición anotada o incluso una edición escolar como la que publican Bruño o VicensVives.
domingo, 19 de octubre de 2014
EL ROMANTICISMO
En este enlace puedes repasar algunos aspectos relativos al contexto histórico y social en el que nace el movimiento romántico. También podrás leer algunos textos como complemento de la teoría vista en clase.
LA ORACIÓN SIMPLE
Repasamos lo que ya sabemos:
En la siguiente presentación tienes un listado amplio de oraciones para analizar. Cuando lo hayas hecho, podrás comprobar también si tu análisis es correcto:
miércoles, 15 de octubre de 2014
COMENTARIO DE TEXTO
Pinchando aquí puedes leer una propuesta de comentario lingüístico para el texto de Javier María que aparece en la entrada anterior. Contrasta este análisis con el tuyo y trata de corregir posibles errores. Toma nota de todo lo que llame tu atención o no comprendas bien para poder comentarlo después en clase.
A continuación tienes un nuevo texto para comentar. Su autor es el periodista y escritor español Juan José Millás. Responde a las cuestiones que aparecen después y que iremos corrigiendo durante la semana del 20 de octubre:
1. Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las preguntas siguientes:
a) Enuncie el tema del texto; b) detalle sus características lingüísticas y estilísticas más sobresalientes; indique qué tipo de texto es.
2. Redacte un resumen del contenido del texto.
A continuación tienes un nuevo texto para comentar. Su autor es el periodista y escritor español Juan José Millás. Responde a las cuestiones que aparecen después y que iremos corrigiendo durante la semana del 20 de octubre:
CLANDESTINOS
Un amigo íntimo me pidió que acudiera el sábado por la noche a su casa para mostrarme algo. Al llegar, abrió la puerta con aire de misterio y me hizo pasar sigilosamente a su cuarto de trabajo. Mientras yo curioseaba entre sus libros, él iba de acá para allá, ofreciéndome té, café, whisky, como si le diera miedo entrar en materia. Tras dejar transcurrir un tiempo prudencial, le pregunté si tenía algún problema. Respondió que no estaba seguro y a continuación, colocando el dedo índice sobre los labios, me arrastró al pasillo, desde donde nos dirigimos con movimientos furtivos al salón, cuya puerta estaba entreabierta. Al asomarme, vi a su hijo, de 18 años, instalado en el sofá, leyendo tranquilamente Madame Bovary.
De vuelta a su estudio, me miró con expresión interrogativa. "¿No te parece alarmante?", preguntó. "¿Preferirías que leyera Ana Karenina?", pregunté a mi vez. "Por Dios", gritó, "es sábado por la noche y tiene 18 años; debería estar tomando cervezas con los amigos". No le dije nada, pero lo cierto es que la imagen del joven, devorando aquella obra clásica, me había perturbado. Quizá no fuera un psicópata, pero tampoco se podía negar que le ocurría algo. Se empieza con rarezas de este tipo, que al principio hacen gracia, y se acaba leyendo a Samuel Beckett. "La lectura es buena", le tranquilicé, "en eso está de acuerdo hasta el Ministerio de Cultura". "La lectura", respondió mi amigo, "es buena cuando tus amigos leen, como pasaba en nuestra época. Ahora es un síntoma jodido. Si al menos le diera por El Código Da Vinci, que no hace daño a nadie...".
Me pidió que hablara con su hijo. "Después de todo", añadió, "lo conoces desde que era un niño y te escuchará mejor que a mí". A los pocos días, me hice el encontradizo con el chaval y entramos en un bar. Hablamos de literatura y me pidió algún consejo para abordar la lectura de los clásicos latinos, que se le resistían. Le recomendé una edición bilingüe de la Eneida y me ofrecí para que la comentáramos juntos. Pagó él y, al despedirnos, me guiñó un ojo, diciéndome: "De todo esto, ni una palabra a mi padre, que está muy preocupado conmigo". Así que llevamos dos semanas leyendo clandestinamente a Virgilio. ¿Adónde vamos a llegar?
Un amigo íntimo me pidió que acudiera el sábado por la noche a su casa para mostrarme algo. Al llegar, abrió la puerta con aire de misterio y me hizo pasar sigilosamente a su cuarto de trabajo. Mientras yo curioseaba entre sus libros, él iba de acá para allá, ofreciéndome té, café, whisky, como si le diera miedo entrar en materia. Tras dejar transcurrir un tiempo prudencial, le pregunté si tenía algún problema. Respondió que no estaba seguro y a continuación, colocando el dedo índice sobre los labios, me arrastró al pasillo, desde donde nos dirigimos con movimientos furtivos al salón, cuya puerta estaba entreabierta. Al asomarme, vi a su hijo, de 18 años, instalado en el sofá, leyendo tranquilamente Madame Bovary.
De vuelta a su estudio, me miró con expresión interrogativa. "¿No te parece alarmante?", preguntó. "¿Preferirías que leyera Ana Karenina?", pregunté a mi vez. "Por Dios", gritó, "es sábado por la noche y tiene 18 años; debería estar tomando cervezas con los amigos". No le dije nada, pero lo cierto es que la imagen del joven, devorando aquella obra clásica, me había perturbado. Quizá no fuera un psicópata, pero tampoco se podía negar que le ocurría algo. Se empieza con rarezas de este tipo, que al principio hacen gracia, y se acaba leyendo a Samuel Beckett. "La lectura es buena", le tranquilicé, "en eso está de acuerdo hasta el Ministerio de Cultura". "La lectura", respondió mi amigo, "es buena cuando tus amigos leen, como pasaba en nuestra época. Ahora es un síntoma jodido. Si al menos le diera por El Código Da Vinci, que no hace daño a nadie...".
Me pidió que hablara con su hijo. "Después de todo", añadió, "lo conoces desde que era un niño y te escuchará mejor que a mí". A los pocos días, me hice el encontradizo con el chaval y entramos en un bar. Hablamos de literatura y me pidió algún consejo para abordar la lectura de los clásicos latinos, que se le resistían. Le recomendé una edición bilingüe de la Eneida y me ofrecí para que la comentáramos juntos. Pagó él y, al despedirnos, me guiñó un ojo, diciéndome: "De todo esto, ni una palabra a mi padre, que está muy preocupado conmigo". Así que llevamos dos semanas leyendo clandestinamente a Virgilio. ¿Adónde vamos a llegar?
JUAN JOSÉ MILLÁS. El País, 14/10/2005
1. Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las preguntas siguientes:
a) Enuncie el tema del texto; b) detalle sus características lingüísticas y estilísticas más sobresalientes; indique qué tipo de texto es.
2. Redacte un resumen del contenido del texto.
3. Elabore un texto argumentativo sobre los jóvenes y la lectura.
miércoles, 8 de octubre de 2014
lunes, 6 de octubre de 2014
COMENTARIO DE TEXTO
Desde aquí puedes enlazar con un texto de Javier Marías para comentar en casa; después lo corregiremos en clase.
miércoles, 1 de octubre de 2014
TEMAS DE LITERATURA
En esta entrada puedes consultar todos los TEMAS DE LITERATURA.
En los libros de texto y en Internet hay multitud de recursos semejantes, más o menos desarrollados. Ni que decir tiene que los mejores apuntes son los que elabora el propio alumno, siempre que lo haga con rigor y meticulosidad, porque son el fruto del estudio personal, sin duda el mejor de todos.
En esta parte de la prueba no solo no existe, naturalmente, una única y exclusiva respuesta a los temas planteados, sino que además son posibles desarrollos muy distintos, a veces con orientaciones críticas divergentes. Dos alumnos distintos pueden hacer desarrollos diferentes igualmente válidos.
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