La novela, como reflejo de la sociedad del momento y también como vehículo para criticar a ésta, se convierte en el género literario preferido por los autores realistas. Así, utilizando la metáfora del espejo en el camino, describe Stendhal (1783-1842) el sentido de la novela en su época:
Un espejo en el camino ¡Eh, señores! Una novela es un espejo que se pasea por un ancho camino. Tan pronto refleja el azul del cielo ante vuestros ojos, como el barro de los barrizales que hay en el camino. ¡Y el hombre que lleva el espejo en su cuévano será acusado por ustedes de ser inmoral! Más justo sería acusar al largo camino donde está el barrizal, y, más aún, al inspector de caminos que deja el agua estancarse y que se formen barrizales. Rojo y negro.
Aquí tenéis una interesante presentación con diapositivas, diseñada por la profesora Elisa de Armas del IES María Moliner de Sevilla, que os resultará muy útil para preparar el tema del Realismo y Naturalismo Literario. Y en este otro enlace podrás leer algunos textos representativos de ambos movimientos. Por último, pinchando aquí tendrás la oportunidad de leer un fragmento de novela naturalista perteneciente a Germinal, del autor francés Emilio Zola. En él, se describe la muerte y brutal mutilación del tendero Maigret a manos de las esposas de los mineros en huelga, hartas ya de la avaricia y los abusos del tendero.
domingo, 28 de octubre de 2012
jueves, 25 de octubre de 2012
COMENTARIO DE TEXTO
CLANDESTINOS
Un amigo íntimo me pidió que acudiera el sábado por la noche a su casa para mostrarme algo. Al llegar, abrió la puerta con aire de misterio y me hizo pasar sigilosamente a su cuarto de trabajo. Mientras yo curioseaba entre sus libros, él iba de acá para allá, ofreciéndome té, café, whisky, como si le diera miedo entrar en materia. Tras dejar transcurrir un tiempo prudencial, le pregunté si tenía algún problema. Respondió que no estaba seguro y a continuación, colocando el dedo índice sobre los labios, me arrastró al pasillo, desde donde nos dirigimos con movimientos furtivos al salón, cuya puerta estaba entreabierta. Al asomarme, vi a su hijo, de 18 años, instalado en el sofá, leyendo tranquilamente Madame Bovary.
De vuelta a su estudio, me miró con expresión interrogativa. "¿No te parece alarmante?", preguntó. "¿Preferirías que leyera Ana Karenina?", pregunté a mi vez. "Por Dios", gritó, "es sábado por la noche y tiene 18 años; debería estar tomando cervezas con los amigos". No le dije nada, pero lo cierto es que la imagen del joven, devorando aquella obra clásica, me había perturbado. Quizá no fuera un psicópata, pero tampoco se podía negar que le ocurría algo. Se empieza con rarezas de este tipo, que al principio hacen gracia, y se acaba leyendo a Samuel Beckett. "La lectura es buena", le tranquilicé, "en eso está de acuerdo hasta el Ministerio de Cultura". "La lectura", respondió mi amigo, "es buena cuando tus amigos leen, como pasaba en nuestra época. Ahora es un síntoma jodido. Si al menos le diera por El Código Da Vinci, que no hace daño a nadie...".
Me pidió que hablara con su hijo. "Después de todo", añadió, "lo conoces desde que era un niño y te escuchará mejor que a mí". A los pocos días, me hice el encontradizo con el chaval y entramos en un bar. Hablamos de literatura y me pidió algún consejo para abordar la lectura de los clásicos latinos, que se le resistían. Le recomendé una edición bilingüe de la Eneida y me ofrecí para que la comentáramos juntos. Pagó él y, al despedirnos, me guiñó un ojo, diciéndome: "De todo esto, ni una palabra a mi padre, que está muy preocupado conmigo". Así que llevamos dos semanas leyendo clandestinamente a Virgilio. ¿Adónde vamos a llegar?
Un amigo íntimo me pidió que acudiera el sábado por la noche a su casa para mostrarme algo. Al llegar, abrió la puerta con aire de misterio y me hizo pasar sigilosamente a su cuarto de trabajo. Mientras yo curioseaba entre sus libros, él iba de acá para allá, ofreciéndome té, café, whisky, como si le diera miedo entrar en materia. Tras dejar transcurrir un tiempo prudencial, le pregunté si tenía algún problema. Respondió que no estaba seguro y a continuación, colocando el dedo índice sobre los labios, me arrastró al pasillo, desde donde nos dirigimos con movimientos furtivos al salón, cuya puerta estaba entreabierta. Al asomarme, vi a su hijo, de 18 años, instalado en el sofá, leyendo tranquilamente Madame Bovary.
De vuelta a su estudio, me miró con expresión interrogativa. "¿No te parece alarmante?", preguntó. "¿Preferirías que leyera Ana Karenina?", pregunté a mi vez. "Por Dios", gritó, "es sábado por la noche y tiene 18 años; debería estar tomando cervezas con los amigos". No le dije nada, pero lo cierto es que la imagen del joven, devorando aquella obra clásica, me había perturbado. Quizá no fuera un psicópata, pero tampoco se podía negar que le ocurría algo. Se empieza con rarezas de este tipo, que al principio hacen gracia, y se acaba leyendo a Samuel Beckett. "La lectura es buena", le tranquilicé, "en eso está de acuerdo hasta el Ministerio de Cultura". "La lectura", respondió mi amigo, "es buena cuando tus amigos leen, como pasaba en nuestra época. Ahora es un síntoma jodido. Si al menos le diera por El Código Da Vinci, que no hace daño a nadie...".
Me pidió que hablara con su hijo. "Después de todo", añadió, "lo conoces desde que era un niño y te escuchará mejor que a mí". A los pocos días, me hice el encontradizo con el chaval y entramos en un bar. Hablamos de literatura y me pidió algún consejo para abordar la lectura de los clásicos latinos, que se le resistían. Le recomendé una edición bilingüe de la Eneida y me ofrecí para que la comentáramos juntos. Pagó él y, al despedirnos, me guiñó un ojo, diciéndome: "De todo esto, ni una palabra a mi padre, que está muy preocupado conmigo". Así que llevamos dos semanas leyendo clandestinamente a Virgilio. ¿Adónde vamos a llegar?
JUAN JOSÉ MILLÁS. El País, 14/10/2005
1. Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las preguntas siguientes:
a) Enuncie el tema del texto; b) detalle sus características lingüísticas y estilísticas más sobresalientes; indique qué tipo de texto es.
2. Redacte un resumen del contenido del texto.
3. Elabore un texto argumentativo sobre los jóvenes y la lectura.
miércoles, 17 de octubre de 2012
"INTRODUCCIÓN SINFÓNICA". ANÁLISIS LINGÜÍSTICO DE UN TEXTO.
En este enlace puedes leer la "Introducción sinfónica", conocido texto del poeta Gustavo Adolfo Bécquer. Después de tu lectura, trata de definir el tema del texto, redactar un breve resumen y relacionar su contenido con el movimiento literario al que pertenece el autor. A continuación, fíjate en el léxico utilizado, intenta establecer campos semánticos, comenta el uso literario del lenguaje, el valor connotativo de algunos términos, etc. ¿Qué tono dirías que predomina en el texto?
sábado, 13 de octubre de 2012
EL ROMANTICISMO
A continuación tienes un par de vídeos y una presentación con diapositivas para preparar el tema del Romanticismo. También puedes leer en este enlace algunos textos representativos del movimiento.
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